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Cementos Avellaneda
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"Con disciplina y con esfuerzo, todos los días se puede un poquito más..." dice Jorgelina Peralta, la tenaz jugadora de Tres Hermanos de Blanca chica

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      Jorgelina Peralta tiene 31 años. Nació en el barrio Juan Martín de Pueyrredón. Su papá era peón rural y eso la llevó a vivir a distintos campos del partido de Olavarría. Después el padre fue metalúrgico, que era lo que más le gustaba hacer y desarrolló esta actividad hasta que falleció.

     De la vivencia campestre heredó la sencillez, la humildad y esa transparencia que caracteriza al hombre o a la mujer de campo. La vida sacrificada le dio la fuerza y la perseverancia para superar los obstáculos que la vida le fue presentando. El deporte le dio otros valores que Jorgelina, jugadora del Club Tres Hermanos de Blanca Chica y de la Selección de Fútbol Femenino de Olavarría, irá describiendo a Capitana de Oro, en esta entrevista amena y profunda a la vez.

     - ¿Cuánto tiempo estuviste compartiendo la vida rural?

     - Estuve viviendo un tiempo en Sierras Bayas, donde unos tíos me mandaban a la escuela. Mis padres estaban para el lado de Azul. De más chica estuve cerca de la escuela 18. Cuando cumplí 15 años estaba atrás de la estancia Las Rosas, en la escuela 44. Después, ya me vine para la ciudad.

     Yo estuve con mis papás, tres años en el campo. Porque un año estuve medio año acá y medio en Sierras Bayas. Porque no me podían mandar a la escuela. Les quedaba muy lejos.

   Después me venía al secundario acá, a Comercio, a dedo. Primero me iba a buscarla una combi, pero un recorte presupuestario cortó el servicio. Entonces hacía siete kilómetros caminando, a caballo o si podían me acercaban en auto, desde el campo hasta la ruta. Una vez en la ruta hacía otros siete kilómetros a dedo, hasta la escuela San Antonio y desde ahí me pasaba a buscar la combi. Si perdía la combi, porque tenía un horario que cumplir ya que era la primera en subir y la última en bajar, me tenía que venir a dedo.  En ese momento no había peligros como ahora. Veían un chico con guardapolvo y lo llevaban.

     - ¿Qué edad tenías vos y cuántos años hiciste eso?

     - Tenía trece o catorce años. Y durante dos años hice eso. Hice noveno y primer año de esa manera. Mi papá era alambrador. Ya después nos vinimos para acá (la ciudad). Vivíamos cerca de Colón y Circunvalación. Desde ahí me iba caminando todos los días a la escuela Comercio.

     - ¿Cuánto sacrificio no?

    - Sí, pero cuando sos chica no lo ves así. Cuando chico uno no nota ese sacrificio. Lo hace porque lo tiene que hacer. Yo tenía asistencia perfecta. Llovía y mi mamá me sacaba a caballo igual. Pero nunca me pasó nada. A veces cuando me llevaban a dedo me llevaban hasta la escuela. Pasa que en ese momento el guardapolvo era otra referencia. Capaz que un fin de semana quería hacer dedo para venir a Olavarría no conseguía o tardaba mucho. Una hora, o una hora y pico. Pero a vos te veían con guardapolvo y te traían. Estamos hablando del año 2006 o 2007.


      ¿Tu mamá siempre acompañando en las tareas rurales a tu papá?

     - Sí, sí. Mi mamá sí. Quien conoce de alambrada sabe que no es un trabajo fácil para una sola persona. Entonces había una realidad. Eso se cobra por trabajo finalizado. Entonces todos trabajábamos. Yo soy la mayor de tres hermanos y la única mujer. Entonces el fin de semana, que es cuando más estaba con ellos, porque cuando venía a la escuela salía a las diez de la mañana del campo y volvía a las siete de la tarde, yo me quedaba en la casa y hacía maneas para el alambre y limpiaba, o cocinaba. Y si no, nos íbamos todos a trabajar. A pasar alambres, a juntar rollos de alambres, varillas. Porque sabíamos que terminar pronto esa tirada de alambre, como se llama, es lo que te iba a dar la plata. Tenía mucho trabajo en el mismo lugar, en el mismo campo, y de ese modo hacías la diferencia.

     El primer grado hice la mitad en la escuela 15 y la otra mitad en la escuela 18. Pasa que la escuela rural tiene los docentes según la cantidad de chicos. Y justo les estaban por poner dos docentes. Entonces como mis tíos estaban allá y eran de la comisión de ahí, me fui a vivir medio año con ellos para que le pusieran otro docente. Después volví a la 15 hasta cuarto grado. Ahí me paso a la escuela 53, que era súper linda. Ahí terminé séptimo. De ahí me fui a comercio y de ahí empecé con medio año acá y medio año en Sierras Bayas… y egresé en comercio.

     - ¿Cómo nace tu pasión por el fútbol? Porque dentro de tu equipo te veo como una de las más apasionadas, de las que viven el fútbol con mucha intensidad.

     - En realidad, me gusta todo el deporte en general. He practicado la mayoría de los deportes. Cuando estaba en la escuela 53, que también iba al Centro Complementario número 4, competía más. Porque participaba de los Bonaerenses, representaba al Centro de Día o representaba a la escuela. Hice softbol, hice handball, hice fútbol, hice mucho tiempo atletismo. Yo hacía velocidad. Hice salto en largo, salto en alto, hice posta. El Centro de Día me había dado la oportunidad, como los representaba a ellos, me daba la oportunidad de entrenar en Estudiantes. Tenía un profesor que me entrenaba.

     No soy muy alta para ser veloz, pero si algo saqué del atletismo es el modo de correr. Te da otras herramientas, otra forma de manejar el cuerpo. Y te enseña a ser espontáneo. Cuando hacés atletismo sonó el silbato y tenés que correr, porque esa fracción de segundo que te quedaste te puede costar la carrera. Entonces el cerebro sigue actuando de la misma manera, entonces yo tengo esa sensación cuando estoy en la cancha. Que es ahí, y si dudo un segundo más puede ser un gol en contra.

    Mi tío Claudio Peralta es muy futbolero, y tuve la suerte de que mis papás no me dijeron ´no hagas esto porque es para varones o eso es de marimachos o no es para nena'. Todo lo contrario. Mi mamá era de ir a verme a los partidos o de acompañarme en todo lo que hiciéramos. Entonces mi tío entrenaba en fútbol a mujeres acá en el barrio Ituzaingó, al lado de la salita y a los varones, en una canchita que había acá en Juan Martín de Pueyrredón. Ahora hay un barrio ahí. Y yo como él era mi tío, entrenaba con los dos, con las mujeres y con los varones. Yo tendría diez años, más o menos. Había futbol femenino, pero en ese momento no se tomaba tan en serio. Eso nos pasó a todos, como nos pasó cuando arrancamos en el club de la campaña.

     A veces a mi tío le faltaba un jugador para completar el equipo en los encuentros que se hacían los fines de semana, y como no había reglamentación, me hacían una colita bien atada, un rodete, me ponían una gorra y entraba a la cancha. Yo era chiquita y no se distinguía si era mujer o varón, entraba y jugaba como un varón. Me ponía otro nombre. Siempre jugué al fútbol con mis primos o los chicos del barrio y nunca me discriminaron.

     ¿Fuera de ese entorno familiar o social que te apoyó en eso, tuviste algún momento en que alguien te discriminara por jugar al fútbol?

    - No, no. No recuerdo, pero no. Porque creo que uno cuando cuenta con convicción lo que hace no le deja lugar a la otra persona a la discriminación. Si uno está seguro de lo que hace no le da lugar a otro a juzgar. Nunca me sucedió.

      - ¿Y tus compañeros de secundaria sabían de esta pasión tuya por el fútbol?

     - Sí, pero como yo estaba en el campo me costaba más venir a jugar. Jugaba en el campo o en el cumple de algún primo, pero no entrenaba en ningún club. Sí fui un tiempo, pero muy poco, a Independiente de Loma Negra con chicas de secundario que también jugaban al fútbol. Pero al estar en el campo era complicado. Me tenía que quedar, los entrenamientos eran hasta tarde. Me acuerdo que en ese momento venía un remís a buscarlas exclusivamente para ir a entrenar. Pero no sabía de equipos como el de Claudio Pinedo o "Cacho" Salazar. Pero siempre jugué. En cuanto a lo físico sé que soy bruta, pero es como aprendí también porque jugaba con varones y si no dejaba el pie firme me quebraban.

     Me gusta el atletismo. En este momento no lo haría porque no me da el físico. Pero me encantó porque aprendí muchas cosas. Era muy disciplinar. Hacía mucho deporte. Hacía atletismo, entrenaba todos los días, más educación física de la escuela, más fútbol, jugaba los fines de semana, jugaba handball. Llegó un momento que mi cuerpo estaba anémico. Entonces me habían dado como dieta, que no me gustaba para nada, tenía que comer a la mañana un huevo crudo batido con azúcar, para recuperar energía porque llegaba a un agotamiento…

    Y después la dieta, tratar de hacer una dieta. Una era chica y no podías hacer una dieta estricta, porque estás en pleno crecimiento, pero comer sano siempre. Acostarse a dormir temprano… hábitos. En Estudiantes me ayudaron mucho. Recuerdo que no tenía los zapatos de clavos, porque son muy caros, y ellos me ayudaban. También hice natación en el Centro de Día.

      - ¿Cuándo entra el Club Tres Hermanos de Blanca Chica en tu vida?

    Blanca Chica entra cuando yo me hago en pareja con Marcos. Él era jugador del club y nosotras íbamos los domingos a verlos jugar. Nos hicimos un grupo de amigas. En el club de campaña no se juega solamente al fútbol. Se juega a la canasta, al truco, al mus, a las bochas. Yo jugaba a las bochas y jugaba a la canasta. Y un día Muñoz nos invitó a jugar un partido de fútbol de mujeres. Todavía no estaba formada la Liga de Fútbol Femenino. Y bueno, nos pusimos las remeras de los hombres y jugamos. Pero en realidad era una burla de los hombres, porque ellos se mataban de risa al ver cómo nosotras nos matábamos a patadas. Era una cancha reducida. Entonces cada vez que nos encontrábamos Muñoz y Blanca Chica, jugábamos el partido las mujeres. Después seguimos jugando, nos enteramos de los barriales, pero bueno… después surgió lo de la Liga. Empezamos a entrenar de noche, dos veces por semana. Nos juntábamos acá en el corsódromo. Llamamos a otras chicas que se sumaron como la Pitu Vallejos, Silvia Olguín empezó a atajar. Tuvimos a Juan Gutiérrez, que fue nuestro DT por mucho tiempo que nos puso toda la confianza y nos entrenaba. No teníamos ni idea. Después se incorporó Leo Vallejos que quedó más tarde y ahora está Pedro Vallejos a cargo del equipo.



     ¿Siempre el rival es Muñoz?

     - La rivalidad es Muñoz, pero… es una rivalidad siempre adentro de la cancha. Es en ese momento. Porque después nosotras hemos salido de la cancha, en torneos fuera de la liga, y tranquilamente nos podemos sentar a compartir un mate, a conversar, a tomar una cerveza, a comer un sándwich, lo que sea. Está todo bien. Pero dentro de la cancha sí. El rival es Muñoz. Y es el rival porque los dos somos clubes de campaña. Y en ese momento (del fútbol de varones), las mujeres gritan mucho. Mucha puteada, mucho insulto. Entonces a las mujeres nos queda esa cosa. Y se escucha todo. Y te conocés. Te ves casi todos los domingos. Te conocés, en el campo te conocés… y decís… esa es la voz de tal, esa es la voz de tal.

     - ¿Se juega más fuerte en el fútbol de campaña?

     - Sí, es como más rústico. Yo a veces cuando hay pibas chicas, tengo ese miedo a lesionarlas. NO por ahí a las más adultas sino a las nenas cuando recién se inician. Por ahí pienso, si le pego mal o si la choco demás, esa nena no juega nunca más. Entonces uno mide un poco, aunque no parezca, a quién ir fuerte o no. Me pasó con Ferro que tiene muchas juveniles. Yo no existía, solamente sacaba pelotas, no las quería chocar. Sé que son nenas chiquitas. Marina Reyes me ha dicho, no me las estropees, y le decía, no te preocupes. Sí me he encontrado rivales fuertes como Susana Altamirano o la "Rusa" Zibecchi, Naty Berho es fuerte, Belén Boyer es muy correcta, pero es una jugadora fuerte. A veces en un cuerpo a cuerpo me han cobrado falta y preguntaba ¿qué hice?... exceso de fuerza. ¿Y qué querés que haga? ¿Cómo la mido? En el fútbol de campaña no pasa eso. Se juega así y se deja todo. Jugar con varones me hizo así. O te hacès fuerte o te esguinzás, o te quebrás. No soy una jugadora hábil con la pelota, lo mío es fuerza bruta y reacción, velocidad. Si tengo que sacar mis cualidades de fútbol son rapidez y fuerza.

Jugué de nueve, pero de 2 encontré una faceta que me encanta. Y me siento cómoda en esa posición.

    - Sos de hablar mucho adentro de la cancha, ordenando…

    - No soy de putear, porque a mí no me gustan que me puteen. Entonces no lo hago, Pero las chicas lo padecen porque les hablo mucho, las vuelvo locas. Los DT me lo han dicho que tengo que hablar, ordenar, manejar todo de atrás. Que tu compañera lo entienda bien o mal pasa por la otra persona también. Siempre hablo con las chicas de mi equipo y les digo: miren, si yo soy así, discúlpenme, no lo puedo modificar, soy así. Si molesta prefiero que vengan y me lo digan y vemos cómo lo podemos solucionar. Pero entendeme que soy así, no es personal. Yo grito. A todas. Las chicas se ríen, a veces les digo: hoy no voy a gritar tanto. Mentira, entro a la cancha y me transformo. Para mí en ese momento no existe nada más que eso, que el partido.

    - ¿Cómo es un domingo de fútbol para vos?

    - Juegue en el horario que juegue, me levanto temprano tipo siete, siete y media de la mañana ya estoy tomando mates. Por ahí les mandando un mensaje al grupo, que se levanten, que no se olviden canilleras, que no se olviden vendas, que sean puntuales, que jugamos a tal hora. Mandando mensajes de aliento. Organizándonos para ir. Me preparo la ropa y ya estoy lista aunque juegue a las cuatro de la tarde.

    - ¿Qué te ha dado el fútbol?

   - Me dio amigas, me dio compañeras, me dio alegrías, me dio oportunidades. Por ahí parece una sonsera pero que yo siga participando hasta ahora, que me llamen para la selección para mí es un orgullo, para mí y para mi familia. Me dio esa satisfacción. Tuve un problema familiar y me despejó muchísimo el fútbol, me ayudó mucho. Pero entraba a la cancha y era terapéutico. En amistades es impresionante la cantidad de amigas y compañeras que tengo adentro y afuera de Blanca Chica. Uno adentro de la cancha uno es rival. Me mentalizo que adentro de la cancha uno no es ni amigo, ni pariente de nadie. Para mí el fútbol es fútbol y voy a ser rival de quien sea. Pero después cuando salís de la cancha y… son esos segundos que uno puede salir enojado o triste o súper alegre. En ese momento en que vos caminas la cancha con los botines en la mano y cuando vas hasta tu lugar tardas como media hora. Y charlas con todas. Porque afuera son compañeras. Preguntás sobre una lesión, sobre el partido, sobre el arbitraje. 

     El fútbol me dio muchas cosas. A esta edad jugar al fútbol… ahora es normal y gracias a Dios somos muchas las chicas que jugamos y dejamos de ser una burla. Antes la gente iba a la cancha a ver cómo las mujeres se pegaban o le erraban la patada a la pelota. Ahora van a ver fútbol. No podemos vivir de esto, pero lo hacemos profesional. Lo tomamos tan en serio. Más las personas que arrancamos desde el inicio; las chicas de Ferroviario, el CEF 44, el Club Muñoz, Juan Martín de Pueyrredón, Nicolás Avellaneda



      Ustedes tiene un recorrido en este deporte, pero hay otras chicas que tienen entre 15, 16, 17 años, con mucha garra. ¿Crees que es una oportunidad para ellas también para llegar al fútbol profesional?

     - Sí, obvio. Ellas también llevan el deporte a otro nivel. La escuelita lleva el deporte a otro nivel. No es lo mismo aprender a parar una pelota a los 24 o 25 años, que aprender a parar una pelota a los seis o siete años. Lo que da la escuelita es técnica. Va a tardar un poco. Yo estoy segura que en unos años va a haber chicas que van a poder vivir del fútbol que aman. Vienen más chiquitas y más ágiles, más rápidas, con más técnica.

     - Y lo bueno es que además detrás de esas escuelitas hay jugadoras y formadoras de la talla de Belén Boyer, Magdalena Angueira

     - Sí, y también Geraldine Watson… son chicas con iniciativa. Son profesoras entonces les aporta otra cosa. Son testigo de lo que costó tener una liga entonces saben que tiene que mantener esta liga y hacerla más profesional. Maru Reyes también. Son de esas personas que van a quedar como referentes del fútbol no sólo por lo que aportan sino que desde las escuelas van formando jugadoras.

     Pinedo y "Cacho" (Salazar), son dos referentes del fútbol femenino y ahora viene esta nueva generación de chicas que también van a llegar a ser grandes referentes del fútbol femenino. Les dan una opción a las mujeres. Ahora que en Buenos Aires hay clubes de primera que les paga a las chicas, digo cualquiera sueña con poder jugar, dedicarse a eso.

     - ¿Te hubiera gustado a vos llegar al fútbol de AFA?

  - Sí, siempre digo yo. Si hubiera tenido 20 años menos, realmente me hubiera ido a probar a un club de primera. Indiscutiblemente. Más allá de si quedaba o no. Me va a quedar pendiente. No tuve posibilidades. Pero para mí estar en la selección de Olavarría, para mí es un honor, hoy en día.

     - Cuando vas a otra ciudad en representación, no de un club, sino de una ciudad… ¿Se vive con otra adrenalina no?

   - Sí… esos viajes a La Plata, a Trenque Lauquen, a Tandil, a Azul, sí. Representar tu ciudad para mí, es todo. Aparte con grandes jugadoras. Yo siempre consideré que no estaba a la altura de la situación. Siempre me faltaba un poquito más. Pero bueno los DT de ese momento consideraron que yo debía estar ahí. Ellos sabrían. Me enseñaron muchísimo, muchísimo. Cómo pararme en la cancha, qué hacer en un corner, qué hacer en un tiro libre, cómo salir, cómo sacar al equipo… mi DT me enseñaba, pero era otra práctica.

     - Y medirse con otras jugadoras de otras ligas… ¿También es interesante no?

    - Sí, es muy interesante. El partido que más recuerdo de la selección de Olavarría fue en La Plata. No completábamos. Era la final del Regional ida y vuelta y nos tocó allá el primero. Íbamos con la idea de que ellas eran superiores. Pero en ese momento en La Plata no fueron superiores. Te lo puede decir cualquier chica que fue, te lo puede decir el DT. Dejamos todo. Todo lo que había que dejar lo dejamos. Lo recuerdo siempre porque había mucha adrenalina. No queríamos perder. De hecho lo empatamos. Eran superiores, pero nosotras, que no nos conocía nadie le demostramos que no eran superiores. Fue un partido único. La vuelta en Racing, tal vez nos jugó en contra estar en nuestra cancha. Pero después dejamos todo. Creo que no hay nada para criticar porque nadie tenía confianza en nosotras, solamente el DT, los que nos llamaron y nuestras compañeras… ni los medios confiaban. Pero llegamos hasta ahí. Pinedo me dio otra confianza también. Y representar a Olavarría para mí, fue un placer. Esa sensación de que te late el alma.

    - ¿Cuál es tu futuro siendo la 2 de Blanca Chica?

    - Mi futuro como 2 de Blanca Chica es seguir, indiscutiblemente, hasta que no pueda más. Hasta que sea mayor y una artrosis o una lesión de cadera me diga bueno, vos no jugás más. Entonces seguiré en el banco de suplentes. Porque me encanta el fútbol y llevo a Tres Hermanos muy adentro. De las que empezamos soy la única que queda, después Pitu Vallejos que se incorporó un poco después porque había tenido un nene. Entonces hay un ritual que hago, cada vez que iniciamos un nuevo torneo, me propongo transmitirle a esa compañera que ingresa nueva ese amor por el club. En el vestuario le hablo del amor al club, del amor a la camiseta, al compañerismo. De cómo respetarnos, les quemo los pelos, pero siempre les transmito lo mismo. Más que nada el amor al club.

    - Hay muchas nenas que tienen curiosidad y deseos de incursionar en este deporte, ¿Qué les dirías?

    - Les diría que más que un deporte es una actividad que les va a brindar compañerismo, que les va a brindar amigas, que les va a enseñar inconscientemente, que todos los días se puede un poquito más. Esa enseñanza que le va a dejar el fútbol o cualquier otro deporte es que con disciplina y con esfuerzo todos los días se mejora un poquito más. Y es como van a enfrentar su vida. Va a ser una enseñanza a largo plazo, les va a enseñar que sea cual sea la dificultad que tengan en su vida, al otro día se puede modificar. Eso al menos me dejó el deporte. Que todos los días puedo reinventarme, que puedo hacer una gambeta, tirar un pelotazo, que puedo meter un gol. No sé qué puede pasar mañana pero con preparación, voy a estar lista para lo que sea. Que se animen que les dejará muchas satisfacciones.

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