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Brenda Yolí Galván, la primera jugadora trans en el fútbol femenino de Olavarría

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     Brenda Yolí Galván nació y se crió en el barrio Isaura de la ciudad de Olavarría. Allí estuvo hasta pasados los veinte años, cuando se fue a vivir al barrio Regimiento, lugar donde reside hasta el presente.

      "Estoy en ese lugar hace 30 años más o menos", dice Brenda, de voz pausada, suave y tranquila.

      El lugar de la cita para la entrevista fue la cancha auxiliar del Club El Fortín, donde entrena periódicamente, institución que le abrió las puertas, brindándole la oportunidad de cumplir un sueño. Allí, los profes Carlos Montiel (DT), Ezequiel Cejas (Ayudante de Campo) y Florencia Suárez, quien aparte está a cargo del fútbol femenino formativo en la institución de la avenida Urquiza, la recibieron y la hicieron parte del club, que pasó a la historia por ser el primero en incorporar a una jugadora trans en el fútbol femenino de la Liga de Fútbol de Olavarría.

    Llegó en una bicicleta que "debe tener más de cincuenta años", dijo aferrándose con afecto a esa movilidad con la que va periódicamente a los entrenamientos. Ya cambiada, bolso en mano en donde carga los botines, a pocos metros del perímetro de la cancha auxiliar, nos sentamos en un banco rústico, de madera, para escuchar el relato sobre su vida, su historia.

     "Allí (en el barrio Regimiento), tengo a mi familia, a mis hijos y a mi compañera de toda la vida, porque yo no cambié en nada, solamente la sexualidad, nada más. Pero los hijos viven todos alrededor, muy loco lo mío, estamos todos juntos", dice Brenda que interrumpe su relato con una franca sonrisa.

      "Fui a la escuela primaria Nª 59, de primero a séptimo. No fui al secundario porque a los 14 años, ya a trabajar y estoy desde entonces trabajando", sentenció Brenda Galván.

      "Empecé como panadera, panadero (se corrigió) en esa época y después de los 30 años para arriba en la albañilería. Y sigo como albañil, hago casas y todo", contó entre risas.

      "Voy a trabajar a la mañana, temprano, salgo del trabajo, me ducho, me tiro un ratito y cuando se hace la hora de venir al club salgo para acá. Todos los días. Esa es mi rutina, pero esto me gusta. Lo que a uno le gusta lo hace, lo hace", enfatizó Brenda, con la seguridad de quien está donde quiere estar.

     Cuenta que el trabajo de albañilería lo hace por cuenta propia, expresando que "sí, sí. Estoy con un muchacho porque él agarra trabajos y me va pasando, porque hace años que estamos trabajando juntos y ya me conoce y sabe de mi responsabilidad, sabe que no te voy a tocar nada y la gente ya me empieza a apreciar y así uno tiene las puertas abiertas. Cuando uno se porta bien, uno tiene siempre las puertas abiertas. Siempre trabajé dentro del rubro bien, me tomo el tiempo para todo" dijo Brenda, reflejando una conducta de vida necesaria para desarrollarse en una profesión en donde la confianza de los clientes es fundamental, para que te abran la puerta de sus casas, para poder obtener trabajo.

      "Siempre amé el fútbol. Yo jugué. Hice inferiores en Racing, desde los 8 años hasta los 14 o 15. Nunca fui suplente. Siempre tuve condiciones, pero por razones de la vida y cosas de la vida, tuve que trabajar y entonces ahí ya dejé el fútbol. E inclusive tengo dos hijos, uno juega en Sierra Chica, que tiene 12 años y uno que ya no juega más, jugó en Primera acá en Olavarría. Jugó en Hinojo, en Embajadores y terminó en Estudiantes", expresó a la vez que reflejaba emoción en su expresión por el logro de sus hijos.

     Consultado sobre cuándo nacieron en él esas inquietudes que lo llevaron a cambiar su identidad sexual, Brenda cuenta que "yo de chico tuve una infancia media más o menos, abusamiento… y todas esas cosas; pero conocí al amor de mi vida, que es la actual pareja que tengo y yo cambié, y en ese cambio hicimos una familia, hicimos un hogar, porque gracias a Dios tengo casa propia, todo. En luchas y cosas lo logramos y estuve con ella hasta que de grande lo charlamos otra vez y bueno, aceptó toda mi familia y bueno, cambié la sexualidad. Hace siete u ocho años que estoy bajo tratamiento médico, tomando hormonas y cosas así y bueno, soy feliz, porque lo aceptó mi familia, lo aceptó todo el mundo y yo no cambié nada, solamente el nombre y el documento nada más, pero yo sigo siendo la misma persona", narró Brenda con sus 53 años encima, sin inmutarse, con la tranquilidad de alguien que logró superarse ante tanto horror, tanto espanto. Tal vez el tiempo y el amor, fueron quienes le ayudaron a superar una infancia de dolor.

     "Yo quería el cambio, pero no quería apartarme de la familia por un cambio. Entonces primero era eso", cuenta y recuerda cuando conoció a su compañera, diciendo que "ella tenía 10 años y yo 11 años que estamos juntos", y se ríe tímidamente. "Toda una vida. Ella tiene 52 años y yo 53. Ella se crió en el barrio Cuarteles, pero ella estaba en el Hogar San José y yo siempre con ella. Siempre juntos. Y tenemos ocho hijos, todos varones", soltó con toda tranquilidad, pero con el orgullo de haber formado una familia numerosa.

      Brenda recordó el momento en que se fue a vivir en pareja, señalando que "tenía 17 años yo porque nació mi primer hijo y ella tenía 16", y vuelve a sonreírse. "Y de ahí ya estamos juntos. Siempre me hice cargo. Yo soy muy familiera, nunca lo hice para no estar. Nunca me pensé lejos de la familia. No, no; si falta la familia me falta todo. De hecho, yo trabajo, cobro por semana y todo el esfuerzo es para la familia", señaló.

     "Tengo ocho hijos, ocho varones y tengo siete nietos, entre ellos una sola nena y seis varones más", dijo Brenda y agregó que "el primero es Jonathan de 35, seguido por Lucas, Samuel, Braian, Leandro, Jeremías, José y Kevin que tiene 12 años, él es el último", expresó Brenda.

      "Después de él (nacimiento de Kevin) yo lo hablé con mi pareja al cambio, con los hijos y aceptaron todos. Porque siempre fui una persona que les di todo, entonces no había lugar para reprochar nada. Y vivo con todos ellos. Yo tengo mi casa porque tuve la suerte de comprarme cuatro lotes en la época que estaba el dólar igual que el peso, hace mucho, y les di un cacho a cada uno y se hicieron las casas alrededor mío. Todos los hijos están ahí con sus parejas y todos juntos, sí", dijo Brenda a la vez que se sonríe, porque siempre sonríe, y cómo no hacerlo cuando sabe y siente que es una triunfadora en la vida.

      Brenda cuenta que sigue en pareja con la misma mujer que conoció en el barrio, cuando eran niños aún. Pero… ¿cómo entendió el cambio en el que incursionó en su vida?, y Brenda, con la misma tranquilidad con la que compartió toda su historia, dijo que "lo aceptamos juntas, y se entendió todo. Yo acepto lo que soy, pero al lado de ella. Hicimos todo juntas. Fuimos a donde me atienden, me acompañó y me acompaña en todo. Ella se llama Estela Maris. Pero en nosotros no cambió en nada. Cambió solamente un documento que ahora dice `sexo femenino´ y `Brenda´, nada más. Después yo sigo siendo la misma persona. No lo hice porque quisiera descontrolarme, no. Mi vida es la misma de siempre", señaló Brenda Yolí Galván.

      "Y ahora soy más feliz porque conocí un grupo de chicas nuevas que hace dos años atrás no tenía ni pensado conocerlas y me han tratado de la mejor manera y estoy haciendo lo que me gusta, que es jugar al fútbol", señaló Galván, señalando que la vida siempre te da otra oportunidad: "siempre, hay una. Tuve que abandonar por el trabajo. El último técnico que tuve que dirigía en Racing era Martín y Maleta era el profesor con quien hacíamos la parte física. Ellos fueron los últimos profes que tuve y nunca fui suplente porque tenía algo distinto", recordó de ese momento.

     La vida la llevó por otro camino, pero le quedó esa materia pendiente, de no haber podido continuar con la práctica del fútbol, un deporte que ama. Siempre tuvo eso adentro: "sí, un poco sí. Yo por ahí los chicos hacían partidos en el barrio y me entreveraba con ellos porque me gusta el fútbol. Ahora tuve la chance y bueno. La otra que tengo es que hago una buena vida. No fumo, no tomo, salgo a correr, me entreno, sino no estaría al nivel de las chicas por la edad. Pero yo como llevo una vida sencilla, como siempre fue, eso me ayuda mucho a tener buen estado físico. Eso me ayuda un montón. Además, cada tres meses, la doctora que me atiende me hace chequeos generales y el hígado, los pulmones, los riñones, el corazón, está todo perfecto. Cada tres meses tengo eso y sé que está todo bien", señaló con orgullo Brenda, a quien nadie le da la edad que en realidad tiene.

      "Son maravillosas. Me tratan como a una más y eso está buenísimo. No te miran raro, soy una más y eso ayuda un montón. Son un grupo de chicas muy buenas", observó Brenda refiriéndose a sus compañeras de equipo que iban llegando para sumarse a la práctica, al entrenamiento.

     "Al fútbol siempre lo llevé en el alma y hoy es como que llegué a lo máximo. Jugar al fútbol en un club. Acá, El Fortín me dio la oportunidad y los profes para mí es algo único y lo tengo que disfrutar porque como te dije, tengo 53 años y no sé cuánto más me dará, entonces tengo que disfrutar a pleno. Estar con un grupo de chicas, apoyando y todo eso y gracias a ellas porque son fenomenales", dijo Brenda.

      El pasado domingo 3 de marzo, debutó de local, en la Primera División del fútbol femenino de la Liga de Fútbol de Olavarría. Y lo vivió con intensidad, aunque no lo exteriorizara cuando abandonó el vestuario para entrar a la cancha para enfrentar a Muñoz, "te digo más. La noche anterior me despertaba cada dos horas pensando en el partido (risas). Y hasta que sacaron la pelota en el medio estaba nerviosa, pero mal. Pero como uno está haciendo lo que le gusta te vas soltando, pero fue maravilloso para mí y no se me cayeron delante de ellas, pero se me caían las lágrimas por lograr algo que siempre quise. Para mí fue un triunfo. Ya jugar con las chicas y estar este año con ellas, lo logré. Cumplí un sueño que no pude hacer de joven. Quizás no sé si hubiera llegado muy lejos, pero creo que hubiera jugado al fútbol de joven. Pero bueno, no culpo a nadie ni nada. Era otra época, no te apoyaban tanto en la cosa. `Andá a trabajar´ te decían y bueno, yo soy distinta. A mis hijos lo que les gusta los apoyo para que no pasen por lo mismo. Al que llegó a Primera no lo dejaba trabajar, nada. Lo mantenía yo y `andá, dedícate a jugar al fútbol´. Y él también lo logró. Y bueno, eso es bueno para uno, es una satisfacción. Yo todos los sábados voy a la cancha a ver al nene a la cancha donde le toque y eso para mí es lo máximo también", señaló Brenda, que no pudo ocultar la emoción al recordar el momento del debut con sus compañeras. Porque el resultado adverso en el marcador es anecdótico, para ella fue un triunfo y lo vivió así. Fue la certeza de haber superado varias batallas que le presentó la vida, sin preguntarle si como un soldado, estaba preparada para afrontarlas.

     Porque… ¿cómo se supera una situación de abuso?, ¿cómo te marca en la vida una infancia tan dura, tan castigada? Y Brenda respondió que "sí, un poco me marcó, y me hizo daño porque fueron más que nada familiares que hoy ya no están, no los culpo. No sé cómo expresarme, qué se yo. Sí, sí, un poco sufrí hasta que conocí a mi actual compañera y ya ahí yo estaba todos los días con ella y me cambió todo. Es como que el de arriba, me la mandó para cambiar la vida. Sí. Y ahí yo cambié, ya no tenía resentimiento con nadie, cambié, cambié. Me dediqué a ella, a la familia cuando nació el primer hijo y después vinieron los otros y desde entonces estamos juntos", narró Brenda y volvió a sonreír, simplemente, porque a una vida que tempranamente la castigó, le supo sacar lo mejor, y son más los logros que las derrotas.

     "Siempre estuve con la misma pareja, nunca lo pensé y no pienso cambiar. Siempre lo digo y se lo digo a ella. Es el amor de mi vida y eso no va a cambiar nunca", dijo con la emoción a flor de piel.

    Brenda, la jugadora que el domingo pasado salió al césped del Ricardo Sánchez con la camiseta con el dorsal 11 en sus espaldas, sabe que se puede superar el horror y que el amor todo lo puede. "Siempre dije que cuando uno quiere se puede. De hecho, en el trabajo a veces me dicen por el antiguo nombre y no soy una persona de andar corrigiendo. Llamame como me dijiste siempre, no me molesta para nada. Yo voy a trabajar, cumplo mi horario y de ahí me voy para casa. Sí, se puede, si uno quiere se puede. Las chicas que son como yo y se sienten inhibidas con los pensamientos y… les diría que se puede. Sólo tienen que cambiar el chip", expresó Brenda.

     "Quiero ser feliz con lo que me gusta. De hecho, te voy a decir algo que me pasó el domingo. El chico utilero, somos primos hermanos y él cuando salimos me dijo: `hola primo´ y me saludó y todo y él me vio jugando con las chicas", dijo con gran satisfacción y como siempre, entre risas. Y continuó: "mi mente está liberada y quiero hacer lo que me gusta, no me importa el otro. Cada cual piense lo que piense. Yo vivo mi vida como siempre. Yo no cambié en nada, mi familia, mi compañera es la misma. Cambié un documento y un nombre, nada más".

      Fue un cambio y como todo cambio lo pensó mucho, lo meditó. Como todo cambio cuesta un poco dijo Brenda, "un poco sí. Tenía un poco de miedo porque lo primero que busqué fue no destruir la familia. Pero cuando lo charlé con todos ellos, los hijos me siguen diciendo papá, porque ellos me preguntan, `¿cómo te llamamos ahora?´ No, vos decime como me dijiste siempre. Me dijeron, `vos sos feliz, mamá lo acepta, listo, hacelo´. Y ya con esas palabras nos fuimos con mi compañera y lo hicimos todo. Y eso en definitiva me hizo más feliz porque conseguí llegar acá".

     "Yo antes de llamarlos a ellos (los profes de El Fortín), entré en internet en AFA y me fijé si se permitía para no pasar vergüenza che, y como vi que hubo clubes que tuvieron, ahí sí encaré con más ganas. Lo que no pude hacer de chica lo logré ahora. Igual cuando mi hijo Braian llegó a la Primera de Hinojo fue como que lo había logrado yo también. Era ir a las canchas, hacía goles, era el 9, gritar sus goles, era feliz también, era como que había logrado también jugar en Primera", señaló Brenda, una mujer humilde que sabe disfrutar de las cosas simples de la vida, tal vez porque entendió que la esencia está en ellas, en esos momentos únicos e irrepetibles.

     Brenda Galván sabe que un día más es un regalo, porque como dice ella: "disfrutar de este entrenamiento es un regalo más. En casa siempre les digo que la bendición que Dios me ha regalado son los nietos. Cuando los veo jugando, que vienen, me abrazan, ¿qué más puedo pedir? Si lo tengo todo y ésto (dijo Brenda mientras levantaba la vista para recorrer con su mirada a los profes ya sus compañeras que ya estaban listas para entrenar), ésto… esto es más todavía".

    Y finaliza la nota, fiel a su modo de ser, porque es una persona agradecida por todo lo que tiene, señalando que agradece a "los profes, a las chicas que me tratan como si fuera una más y no me han corrido del grupo. Me siento bien. Con el club también. El Fortín me dio esta oportunidad de jugar en esta institución. Agradecidos a todos ellos y al grupo, y a la familia que siempre está".

  Parte del cuerpo técnico del club, se refirió a la presencia de Brenda en el grupo

      La profesora Florencia Suárez y Ezequiel Cejas, quienes conforman el cuerpo técnico junto al DT Carlos Montiel, contaron cómo es Brenda en el grupo.

      Ezequiel Cejas dijo que "Es como todo, todos tiene su derecho, Siempre hay que sumar gente y tiene en su documento que es mujer y está en su derecho. Es una historia que una chica trans arranque, es muy bueno para el fútbol".

      "Ella me escribió para poder entrenarse y le dije que me deje ver para no hacerte entrenar de gusto. Llamé a la Liga y me dijeron que sí. Que si tiene DNI de mujer puede entrenar y ahí se sumó ella. Aparte es una chica muy tranquila, le gusta mucho entrenar. Ella cuando no entrenaba con nosotros salía a entrenar sola. Entrenaba en la casa. Aparte es muy querible por las chicas también, que la integraron bien también. Y es muy querible porque es muy buena", dijo Ezequiel.

      La profesora Florencia Suárez, una ex jugadora que decidió estudiar el profesorado de educación física para poder dedicarse a la docencia en el deporte, señaló que nunca se le había cruzado por la cabeza vivir una situación donde tuviera que entrenar a una jugadora trans. Señaló que "no lo pensé, pero lo quería, lo aceptaba desde el primer día. Soy muy abierta, acepto lo que venga y estoy orgullosa que sea parte del club que siempre me gustó a mí y me vio crecer. El club le dio la bienvenida, tanto el club como las jugadoras, que no la conocían, y que la hicieron parte del grupo".

      "Las pocas semanas en que la fui conociendo, el respeto, la educación que tiene para con las compañeras como para conmigo, siendo que yo soy jovencita, la verdad que es muy respetuosa, muy compañera, te escucha. A veces no es fácil que te escuchen siendo jovencita, pero la verdad que sí. No tengo nada malo que decir, al contrario, es una jugadora que suma. Se esfuerza muchísimo, veo que viene desde bastante lejos, no le importa los días, ella viene igual, no se queja. Ha venido con dolores, pero entrena igual. Nunca ha dejado nada de lado", enfatizó Florencia.

       Florencia rescata también el hecho de que Brenda tiene 53 años, señalando que "eso es historia también en el fútbol. El estado que tiene ella, que vos la vez y no lo parece, no lo demuestra, no parece una persona de 53 años. El otro día andaba con una molestia en el cuádriceps y ella igual seguía entrenando como si nada. Cuando me enteré la edad que tiene no lo podía creer. Veo personas de cuarenta y pico y no hacen lo que hace ella. Es increíble la voluntad que le pone. Ella hace un trabajo que es muy desgastante también (albañil), es cansador para el cuerpo, y sin embargo le mete una garra tremenda. Es muy valiosa", concluyó la profesora Florencia Suárez.
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